Nuestras montañas siempre han sido lugares de vida y de paso. Sus cumbres han controlado lo que sucede en los valles que se abren bajo ellas, y desde ellas se han vigilado los caminos que discurren a su sombra.
Tromoitio, en Garai, es un ejemplo de las construcciones que realizaron nuestros antepasados en las cumbres de su entorno. Un espacio desde donde poder controlar el territorio y los caminos que entran en el mismo.
A los pies de Tromoitio se desarrolló siglos después la anteiglesia de Garai, heredera de las cofradías que nacieron en su entorno, y ejemplo inmejorable de la arquitectura tradicional vasca.