Es equivocado pensar que en el mundo rural de las anteiglesias vizcaínas todo el mundo era labrador o pastor, y ciertamente había un porcentaje nada desdeñable de la población que se dedicaba a otras actividades.
En el valle de Zeberio era el hierro, cuya producción demandaba ferrones, carboneros y transportistas; y donde los herreros, especializados en diferentes productos, se afanaban en convertir las barras en útiles de todo tipo.
La visita al interesante museo Errementari nos ayudará a entender toda esta realidad que durante siglos estuvo latente en nuestros valles.