Autor: Javier Franco Pérez
Doctor en Arqueología y Licenciado en Historia Medieval
Si hay un metal que ha acompañado por excelencia al hombre en su evolución y en su desarrollo social y económico, ese ha sido el hierro, mostrándose en unas ocasiones como motor y en otras como el propio instrumento de los cambios producidos a lo largo de la Historia. Por ejemplo, en el caso de Bizkaia, el hierro ha actuado como motor en la etapa de la Revolución Industrial situándonos a la cabeza de Europa gracias al empuje de nuestra minería y siderurgia y, en otras ocasiones como en la Edad Media por ejemplo, el hierro fue el instrumento empleado en las batallas logrando que las armas de un bando se impusieran al otro.
Todos podemos convenir en que el trabajo en torno al mineral de hierro ha marcado de alguna manera la historia de Bizkaia, pero ¿cuándo y cómo comenzamos a laborar con él? Según las últimas investigaciones arqueológicas, manejamos datos de que el trabajo del hierro se introduce en el País Vasco ya en el siglo V antes de Cristo y que perdura su laboreo manual, transformándose en las ferrerías de monte o haizeolak hasta el siglo XIV, desplazado entonces por el novedoso sistema de las ferrerías hidráulicas que habían llegado a instalarse aquí un siglo antes. Estamos hablando por tanto de casi 2000 años de un trabajo artesanal, donde la extracción del mineral (hematites) se hacía al aire libre en pequeñas canteras siguiendo el filón de la mena y donde su transformación primaria en un tocho de hierro metálico se hacía mediante los hornos de esos pequeños talleres de producción mencionados, ferrerías de monte, gracias a unos ferrones sumamente cualificados, (no olvidemos que aún con los conocimientos de que disponemos en la actualidad, no podemos reproducir su trabajo de un modo totalmente manual) que extendieron su oficio por todo nuestro territorio histórico. Tal fue la importancia de este trabajo, que hemos podido recuperar datos de 170 yacimientos arqueológicos de ferrería de monte sólo en Bizkaia y 350 en todo el País Vasco.
Estas investigaciones nos han permitido conocer algunas de las relaciones que se producían en la Antigüedad y Edad Media vizcaína entre los sitios de producción y los de consumo del hierro antiguo. En ocasiones hemos constatado unos pequeños desplazamientos y otros más largos como detallamos a continuación
En primer lugar vamos a mencionar un tradicional puerto de embarque de mineral del hierro que se extraía de los Montes de Triano (topónimo de origen romano) en Portugalete y que acercaba este recurso mineral a la principal vía de comunicación romana de nuestra zona: la “Vía Maris”, una vía marítima de cabotaje que de ensenada en ensenada, vertebraba nuestro territorio por la costa y permitía el aprovechamiento y el interés de Roma por aquella montaña “…que como cosa maravillosa toda ella es de hierro” según relataba en el siglo I d.C. el historiador y cronista Plinio El Viejo. No conocemos con seguridad la red de pequeños caminos tradicionales que bajaban el mineral de las minas de estos montes frente a Portugalete, pero sí sabemos que varios de ellos confluían en la entrada que desde el valle atravesaba el arroyo Valleni (topónimo romano, actual arroyo Ballonti) y entraba a la antigua puebla por el denominado “camino viejo” bajando luego al puerto de embarque junto a la ría del Nervión-Ibaizabal. En este punto costero ya hace muchos años que se encontraron monedas romanas con cronologías que iban desde el siglo II a.C. hasta el siglo II d.C. Este puerto sirvió sobre todo para embarcar un cotizado mineral de hierro, aunque probablemente también pudo servir para embarcar en él los tochos de hierro “fundido” que producían sus ferrones en época romana, como por ejemplo en la gran instalación de ferrería de monte de Oiola II (Trapagaran) en el siglo II d.C. cuyos restos ocupan aún más de 100 m de longitud. El trasiego habitual de mineral por el camino viejo hacia el embarcadero de Portugalete continuó a lo largo de los siglos y provocó que uno de esos maestros ferrones se asentase junto a este camino de entrada a la población en la zona conocida en la documentación como “el Escurial” (nombre debido a los típicos desechos de producción, escorias, de estos antiguos talleres), asegurándose de este modo el aprovisionamiento del mineral necesario.
Por último, recientes excavaciones arqueológicas han confirmado de nuevo la pervivencia de este camino en época medieval, documentando la presencia de depósitos de mineral de hierro en el Campo de la Iglesia Santa María datados antes de la fundación de la villa en 1322. Aquí se apilaba el mineral en la última zona llana antes de descender por una bajada abrupta a la denominada “rivera de las venas” ubicada en zona probablemente afectada por las mareas.
Otro tipo de desplazamiento mucho más amplio que el anterior y que relaciona los sitios de producción con el consumo del hierro en la antigüedad y etapa medieval, es el que se produjo entre el territorio vizcaíno (y también el guipuzcoano) -que realizaban masivamente la transformación primaria del mineral de hierro en un tocho de metal en las ferrerías de monte- con la meseta alavesa, donde existen pocas ferrerías en comparación con Bizkaia, pero donde sin embargo hay un momento en el que aparece una abundante la producción secundaria en fraguas, que son las que elaborarían el objeto final de hierro: aperos de labranza, armas, clavazón, etc
Gracias a la combinación de la documentación escrita y la arqueológica, sabemos que existía un sistema territorial de intercambio y desplazamiento de productos elaborados por las ferrerías, mayoritarias en nuestro territorio, hacia Álava, donde la documentación escrita propone un resurgimiento entre el siglo X y XII de las fraguas en las cuales el herrero elabora gran cantidad de productos manufacturados. Esa documentación escrita es conocida como los documentos de “la Reja y los Votos de San Millán”. En ellos el monasterio de San Millán de la Cogolla define cómo va a cobrar sus rentas a su territorio de influencia que llegaba incluso hasta Laredo o Santoña. Así, mientras el territorio de Bizkaia tributaba con cabezas de ganado, a pesar de ser un gran productor de hierro en sus numerosas ferrerías de monte, aparece que hasta 307 aldeas de la Llanada Alavesa pagaban al mismo monasterio en “rejas”, que deducimos que son un nombre genérico para referirse a productos manufacturados del hierro, no solo a rejas de arado.
Todo esto prueba la existencia de un sistema más complejo de lo que cabía pensar en un principio, ya que puso en relación la numerosa producción a pequeña escala de Bizkaia, que exportaba hierro en bruto, con zonas que lo demandaban para manufacturar herramientas en Alava. En definitiva, se establece un sistema territorial de intercambio y desplazamiento entre los dos territorios permeables que pudo haber estado funcionando entre el periodo romano y plenomedieval, y que pone en cuestión algunos modelos disponibles sobre la pobreza material del campesinado de esos siglos y sobre su dificultad de acceso al instrumental de hierro.
*Imagen de portada: Ferrería de monte en Bizkaia, siglos X-XIII. Dibujo: Fernando Hierro