El juego de pelota y la plaza, espacio y lugar, paisaje y patrimonio

Autor: Iñaki Uriarte, arquitecto.

La Plaza Frontón podría definirse como una arquitectura vacía plena de encuentros. Profundamente arraigada en la conciencia popular como paradigma del espacio público vasco por antonomasia.

El juego de pelota, especialmente el que se realiza de modo espontáneo como expresión lúdica pública define una superficie concreta para su desarrollo, el frontis y la cancha y este ámbito sin más delimitaciones que su práctica abierta, improvisada, también la competitiva y con la concurrencia popular son las referencias que originan una definición precisa, genuina: su sitio. Que se convierte en un lugar: el frontón.

Un espacio que muestra una característica configuración urbana, el emplazamiento del esparcimiento y de reunión social, la personalidad de sus habitantes, la parroquia popular. El frontón de plaza es una afirmación fundamental de la vida colectiva, transcurrida en lugares abiertos, comunes que transmite un signo caracterizador de la comunidad.

Al frontón abierto de plaza se le puede aplicar el pensamiento de 1969 del filósofo alemán Martin Heidegger (1889-1976) en su obra Die Kunst und der Raum (El Arte y el Espacio) “Las cosas no sólo pertenecen al lugar, son el lugar”. Entendiendo que lugar, en un amplio sentido antropológico, urbano, es un espacio de confluencia de historia, idiosincrasia y simbología.

El frontón es la escuela pública de la pelota, siempre abierta, para todas las edades, “la fiesta principal de los vascongados” según relataba el erudito político y viajero alemán Wilhem von Humboldt (1767-1835), un imprescindible ritual deportivo popular consustancial a la forma de vida de Euskal Herria.

Además del juego de pelota, estos lugares son de gran interés urbanístico y social ya que en su ámbito acontecen los aspectos más notables de la vida cotidiana donde concurren los improvisados juegos de las criaturas con sus bicicletas y patines, celebraciones festivas, comidas vecinales, bertsolariak, kantaldiak, bailes, mítines, procesiones, ferias, agrícolas y de ganado, brocantes, maskaradak y pastoralak en Xiberoa/ Zuberoa y otras manifestaciones de todo tipo.

Frontón de Elorrio

El juego en estas plazas ejerce una función fundamental. Es el escenario donde los niños ven jugar amistosamente a jóvenes, personas mayores y en ocasiones partidos entre pelotaris profesionales. Lo que ejerce un deseo de aprender, de hacer lo mismo jugar con otros amigos, mostrar sus habilidades y este estímulo es trascendental para la transmisión generacional de la pelota. El frontón abierto y descubierto de plaza es un patrimonio urbanístico, arquitectónico, paisajístico y antropológico culturalmente irrenunciable que debe ser mantenido y protegido.

La concurrencia de los diversos usos, modos de vida colectivos y episodios acontecidos a lo largo de la historia en este espacio permite concluir que: el frontón no está en la plaza, es la plaza. El sitio común, compartido por sus habitantes convertido en un espacio representativo una expresión viva de relaciones personales, encuentros y acuerdos: la plaza de la pelota y la palabra. La pelota contra la piedra que genera un lugar, Pilota Leku, la Plaza Frontón, en definitiva :el ágora vasca.

En ocasiones, este espacio público se enriquece con la existencia, especialmente en ambientes más rurales, en su lateral abierto o inmediaciones de dos elementos para otros tradicionales deportes etnográficos s. El Probaleku, para el arrastre de bloques de piedra por bueyes, y el Bolatoki, para el juego de bolos. En algún caso también ha existido un kiosko para la música. Todo ello contribuye a aumentar la dimensión cultural de estas plazas. “Un lugar de memoria”.

El frontón se perpetúa como un elemento que por su singularidad y belleza convierten estos lugares en algo más que un paraje ambiental tradicional, en una monumental e inequívoca referencia antropológica con su simbólico significado identificativo como un patrimonio cultural propio de la cultura vasca ante el mundo.

Frontón de Zeanuri 1929

La forma urbana

El lugar para el juego vasco de pelota, en sus diversas modalidades como singular actividad deportiva popular, requirió un espacio de cierta amplitud predominantemente alargado normalmente con sus paredes de rebote en los extremos, o solo un frontis con o sin pared izquierda, y consecuentemente se generó una forma urbana que resultará trascendental en la configuración de numerosos pueblos. Junto con la diversidad de sus frentes arquitectónicos laterales, se sitúan los edificios más representativos y de calidad, el ayuntamiento, la iglesia, la casa cural, en ocasiones la escuela, el casino, la taberna o el Hotel du Frontón como en Ipar Eskual Herria, que afortunadamente permanecen en la actualidad.

Incluso cuando desaparecido el frontón y perdido su uso como recinto de juego la forma permanece como un espacio público dando lugar a una tipología de plazas o calles rectangulares habituales en muchos pueblos. Se formaliza una significativa plaza, en ocasiones la única, que constituye el conjunto monumental del lugar, un patrimonio cultural que, además de motivar la autoestima popular, debería estar reconocido y catalogado para preservar legislativamente todos sus valores.

Muy especialmente, ante el actual despropósito de cubrir estos frontones abiertos de plaza consecuencia de un grave desconocimiento, sino ignorancia, y quizá otros intereses economicistas presentes en las decisiones políticas, que no culturales de muchos ayuntamientos, de este modelo genuino de urbanismo en Euskal Herria que tan graves estragos está causando. Despreciando las preexistencias históricas del entorno, las relaciones espaciales, tamaño, proporción y escala, principios esenciales de la composición arquitectónica.

Imponiendo unos inaceptables gigantescos volúmenes, eliminado el asoleo, creando un recinto oscuro con zonas húmedas, la lluvia continua entrando, creando sombras en espacios y edificios próximos, deformando el patrimonio del contexto, degradando la armonía del paraje urbano, alterando la silueta paisajística del lugar sobresaliendo absurdamente en el territorio. Un atentado que exige un previo estudio de Impacto Ambiental. En definitiva una agresión cultural, uno de los mayores errores que puede cometer un arquitecto o quién lo proyecte, elementalmente sensible.

No existen razones convincentes para destrozar su simplicidad constructiva, su poética geometría que le otorga una intrínseca belleza y singularidad a estas plazas tapando, el frontón, violencia cultural gratuita impropia de un ayuntamiento medianamente culto y cuidadoso con su legado urbanístico, arquitectónico. Cuando un frontón de plaza se cubre desaparece su integridad espacial, valor emocional, queda todo supeditado a una abusiva construcción que no tolera la historia, no entiende el espacio y menos el patrimonio por mucha palabrería convencional, hipócrita, como mencionar la palabra integración, que acompañe el despropósito por esmerada que sea, la obra es una brutalidad.

Agredir la silueta paisajísticas del pueblo que ocasionan estas cubriciones que sobresalen por encima de todas las edificaciones excepto del campanario de la iglesia o de alguna arquitectura monumental artísticamente, es más que una ofensa paisajística, un atentado ambiental, urbanístico y un despilfarro económico injustificado para un propósito rotundamente innecesario, populista.

Frontón de Ispaster

Asimismo, es criticable la moda de pintar de verde las paredes de un frontón de plaza, en ocasiones ocultando su composición pétrea, creando un absurdo impacto cromático consecuencia de tomar como referencia los edificios frontones cerrados, cubiertos que por contraste de la pelota con las paredes en la transmisión televisiva se pintaron de colores oscuros.

Ya son demasiados los atentados perpetrados en recientes años ante la absoluta indiferencia de las administraciones y de las federaciones de pelota. La mediocridad política que soportamos alcanza hasta los testimonios más profundos de la cultura propia en Euskal Herria. En los territorios de Iparralde no se ha cubierto ningún frontón, se convive con la cultura francesa.

Esta singularidad morfológica espacial, es quizá la más importante y característica aportación de la etnografía y el deporte vasco a la historia del urbanismo universal.

FOTO PORTADA: Frontón de Otxandio.

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