Los caminos del mar en Bizkaia: Via Maris romana y rutas de cabotaje.

La vía de comunicación más estable y duradera en el tiempo en Bizkaia ha sido la vía marítima. Los caminos del mar han sido transitados desde nuestro más remoto pasado para transportar personas y mercancías entre los puertos y poblaciones de nuestro litoral.

Autor: Xabier Armendariz Abajo.

Investigador marino.

Desde la óptica de un historiador no existe nada más atrayente y desafiante que mirar a un pasado brumoso donde todo son incógnitas y desafíos. Los métodos clásicos de investigación, sin embargo, nos llevan a explorar este pasado basándonos bien en aquellas pruebas físicas aún perdurables en el medio a estudiar; bien en las fuentes historiográficas conservadas en archivos y bibliotecas; y no menos importante, en las pruebas arqueológicas, cada vez más abundantes a medida que se multiplican los hallazgos, y se llevan a cabo intervenciones arqueológicas. Los caminos y las vías de comunicación no están exentas de estas consideraciones, si bien su naturaleza efímera y cambiante dificulta enormemente su estudio. Hemos estudiado, además, estas vías de comunicación a menudo prescindiendo u olvidando las peculiaridades de la orografía de nuestro territorio que nos obliga a pensar no sólo en una red de comunicaciones terrestres sino en su complemento marítimo necesario. Hemos de ser conscientes de que durante gran parte del año las rutas marítimas serían las únicas plenamente practicables por las inclemencias meteorológicas. Rápidas, relativamente seguras para capitanes conocedores de la dinámica marina local, garantizarían una continuidad en el flujo comercial a través de una tupida red de fondeaderos, puertos y estuarios fluviales. En el caso de Bizkaia conocemos con seguridad los diferentes hitos de estas vías comerciales marítimas, a través de las fuentes documentales que nos proporcionan información sobre la fundación de las villas y pueblos costeros desde época medieval.

Los puertos actuales no son más que un ejercicio de evolución y amejoramiento derivados de evolución tecnológica y las necesidades del tráfico comercial marítimo. Para comprender esta evolución es necesario entender qué tipo de navegación se ha realizado en nuestra costa y la naturaleza geomorfológica del litoral. La costa de Bizkaia se halla inmersa en uno de los “puntos negros”, por utilizar una terminología actual, más temidos por los marinos de todos los tiempos: El Golfo de Bizkaia. El sector del Cantábrico entre Galicia y la fachada atlántica francesa ha sido históricamente un desafío técnico para la destreza de capitanes y patrones al estar inmerso en una zona de vientos predominantes de componente norte, noreste y noroeste, que obliga a navegar con la costa a sotavento y por lo tanto incrementa el peligro latente de que los barcos puedan ser empujados contra los acantilados y arrecifes costeros con consecuencias fatales. Si a esto añadimos la escasez de puertos y abrigos convenientemente al resguardo de los vientos y temporales dominantes, podemos concluir que la navegación costera por el Cantábrico ha hecho honor al apelativo de “Arte de Navegar”, y ha dado fama a la profesionalidad y pericia de los marineros vascos.

Estas circunstancias, empero, no han sido óbice para que se desarrollase una floreciente navegación de cabotaje, es decir, de puerto en puerto, de fondeadero en fondeadero, con toda clase de mercaderías, no sólo entre puntos del Cantábrico y la península, sino entre puertos y enclaves del Mediterráneo y el norte de Europa, incluyendo las islas británicas y zonas de Escandinavia. Pequeñas y medianas embarcaciones, capaces de refugiarse en los estuarios de los ríos y fondeaderos de poco calado, fueron el complemento a las grandes naves oceánicas, manteniendo vivas a muchas localidades costeras vizcaínas y contribuyendo a su riqueza. A menudo, hemos tenido la tendencia de circunscribir la navegación local vasca exclusivamente al ámbito de la pesca, sin embargo, actividades como el tráfico de salazones, hierro, lanas, paños, y un largo etcétera, sin olvidar por supuesto a los viajeros, han sido en gran medida responsables de la riqueza y evolución socioeconómica local.

 

Ondarea Bizkaia

Carta náutica de la costa cantábrica con los puertos vizcaínos sobredimensionados para facilitar la lectura de las señales para la navegación.  Lucas Janszoon Waghenaer, 1584.

Si nos retrotraemos en el tiempo hasta el pasado más lejano, las fuentes clásicas nos describen ya a la costa romana Bizkaia inserta en una de las vías de comunicación más importante durante la romanización. La denominada Vía Maris romana consistía en una tupida red de puertos y fondeaderos que se extendían por todo el Arco Atlántico, como complemento y salida al mar de la intrincada red de calzadas y vías terrestres romanas. En nuestro ámbito más cercano contamos con el puerro romano de Oiasso, la actual Irún, así como Portus Amanum (Flaviobriga), a su vez la actual Castro Urdiales, como puntos entre los cuales las naves romanas navegaban en singladuras fundamentalmente diurnas la costa de Bizkaia. Estas condiciones de navegación y el hecho de que los capitanes romanos evitaban navegar de noche, nos lleva a presumir la existencia de refugios en puntos estratégicos donde fondear durante las noches o refugiarse de los temporales. La arqueología y la investigación histórica están permitiendo, poco a poco, situar estos enclaves, como son el caso del fondeadero de Portuondo en Urdaibai, asociado al asentamiento romano de Forua, donde ha sido localizado además una estructura compatible con un espigón o muelle romano.

De todo ello, podemos deducir, que una vez casi agotadas las fuentes primarias y secundarias documentales se hace necesario abrir camino a la investigación experimental como fuente de adquisición de datos. A través de los conocimientos náuticos necesarios para navegar por nuestro litoral, podemos inferir cuál era la naturaleza y cuáles eran las necesidades de las diferentes clases de travesías que se llevaban a cabo y por tanto estamos en condiciones de teorizar e incluso reconstruir las posibles vías de navegación, lo que nos permitiría crear un mapa no sólo de las rutas, sino también de los puntos de aproximación y recalada en tierra. Este es el caso, por ejemplo, de los refugios y fondeaderos naturales que merecen ser calificados como zonas de presunción arqueológica, donde pueden ser localizados y recuperados restos directamente relacionados con la navegación, como anclas y pertrechos, así como elementos cotidianos como cerámicas, piezas numismáticas, etc.

El mar nunca ha sido un obstáculo sino un camino y en el caso de Bizkaia, y por extensión toda la Costa vasca, no es posible concebir nuestra historia, tanto social y económica, sin estudiar las rutas y caminos de la navegación de los últimos dos mil años. En definitiva dejar de dar la espalda al mar para entender de una forma global nuestro pasado.

Imagen superior: La peligrosidad de la costa vizcaína a sotavento provocaba continuos conatos de naufragio, a veces con consecuencias fatales. Salvamento del bergantín-goleta austríaco Bolívar por el remolcador a vapor Volador en las inmediaciones de la barra de Portugalete. 1887.
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