Un tiempo de optimismo
Como en ediciones anteriores, las Jornadas Europeas de Patrimonio se centran en un tema. En esta ocasión hemos escogido un momento breve pero verdaderamente brillante de nuestra historia: el final de la Edad Media. Un período de unos 50 años –entre 1475 y 1525, en cifras redondas– en el que Bizkaia pasó de ser una tierra atenazada por la violencia banderiza a ser uno de los espacios más pacíficos y prósperos de la península.
El origen de todo ello estuvo en el despegue del comercio entre Castilla y los puertos flamencos. Bizkaia se convirtió en su intermediario natural. Nuestros barcos llevaban al Norte lana castellana y hierro local y volvían cargados de paños. Esto daba dinero no sólo a armadores y marineros, sino también a muchos oficios relacionados con el comercio: carpinteros de ribera, porteadores, estibadores, tejedores, cordeleros, herreros… Y también a los campesinos, que les abastecían de materias primas, alimento y bebida… Y a los propietarios de las ferrerías, que vieron cómo aumentaba su producción –eran frecuentemente banderizos que fueron abandonando sus actividades violentas para convertirse en hombres de negocios–.
Esta intensa actividad comercial, artesanal, agropecuaria y ferrona distribuyó grandes cantidades de dinero hasta en el último rincón del territorio, y los vizcaínos lo gastaban con generosidad. Ex-banderizos, comerciantes o simples campesinos acomodados rivalizaban en levantar la casa más lujosa, en vestir de forma más llamativa, en contribuir más generosamente a la construcción de la nueva iglesia… Las villas y las anteiglesias competían por tener los templos más grandes, más capaces… Se importaban obras de arte, libros, vajillas lujosas…
Fue un tiempo de crecimiento, de riqueza, de optimismo.
De todo esto nos han llegado abundantes restos. Bizkaia vivió por entonces una verdadera “burbuja inmobiliaria”, así que raro es el municipio vizcaíno que no cuenta con un edificio de esta época: iglesias, ermitas, torres, palacios, caseríos, murallas y portales… Y en los edificios religiosos se conservan objetos muebles, que abarcan desde grandiosos retablos, como el de Lekeitio, hasta piezas de orfebrería llegadas directamente de Flandes, como la custodia de Arteaga. Elementos que se mueven dentro del estilo tardogótico, el primer estilo artístico en el que Bizkaia puede equipararse, por calidad y cantidad, con otras tierras del entorno.
Y, más allá de los restos materiales, la documentación nos acerca a otros aspectos de aquellos tiempos, a las formas de vida de las vizcaínas y los vizcaínos de aquellos tiempos.
Este es el objetivo de las Jornadas Europeas de Patrimonio 2012: contagiarnos del espíritu de aquella
exitosa Bizkaia del 1500.