De todos los metales el mineral más abundante es el hierro. Sobre la costa de Cantabria que baña el Océano hay una montaña escarpada y elevada, que toda ella es de esta materia” Plinio el Viejo. Historia Natural. Libro XXXIV, Cap. XV, párrafo XLVII. El hierro está indisolublemente unido a la historia de Bizkaia y, por tanto, a lo que hemos sido, somos y seremos los hombres y mujeres de esta tierra. Ha sido sujeto y objeto de nuestra riqueza, de nuestro desarrollo, de lo que el poso del tiempo ha transformado en un rico patrimonio cultural, material e inmaterial, que ejemplifica lo que ha venido a denominarse una “cultura del hierro”.
Bizkaia es, qué duda cabe, un territorio que se ha desarrollado en paralelo a la explotación del hierro, un material abundante en nuestro suelo, pero que nunca aparece en estado puro. Una materia prima que se nos presenta combinada con otros elementos conformando óxidos, silicatos, sulfuros o carbonatos; minerales a los que hemos dado nombres diversos: vena, siderita, limonita, hematites… Disponer de hierro puso a Bizkaia en contacto con otros pueblos, con otras culturas, con otros países. A nuestra tierra han llegado desde la prehistoria prospectores en busca de este preciado material, que se transformaría en espadas, puntas de flecha, hachas, anillos…
Con el tiempo, el hierro, su extracción y transformación, se vinculó a las actividades financieras, tecnológicas y portuarias. Quienes llegaron de lejos al llamado de este mineral trajeron consigo costumbres que hemos asumido como propias: cantos, formas de hacer, horarios, actividades de ocio. El fútbol, tan querido por los vizcaínos y vizcaínas, fue importado por ingleses llegados a Bizkaia aquejados por la “fiebre del hierro”
De hierro se han fabricado objetos de todo tipo: armas para la guerra; herramientas y útiles para la labranza, para el trabajo cotidiano; máquinas para la moderna industria; rejas para capillas, ventanas y balcones; esculturas para embellecer edificios, pueblos y ciudades; barcos para surcar los mares; ferrocarriles para acortar distancias y transportar mercancías y viajeros… Pero la extracción y transformación del mineral de hierro han forjado también nuestro paisaje: se han horadado montañas y excavado galerías; los ríos vizcaínos estuvieron en su día jalonados de ferrerías, como sus montes se llenaron de txondorras para obtener el carbón vegetal, necesario para la metalurgia.
Muchos municipios vizcaínos cambiaron su fisonomía para acoger las fábricas y a quienes llegaban a trabajar en ellas. Forjar, fundir, malear, golpear… son acciones que han dado como resultado saberes y oficios ligados a nuestra tierra: herreros y herradores, ferrones, trabajadores del metal, obreros, artesanos y artistas. Pero también cambios tecnológicos, orientados a obtener la máxima rentabilidad de este mineral: haizeolas, ferrerías mayores y menores, hornos altos, claveterías, siderurgias, acerías… Caminos del hierro, oficios del hierro, paisajes del hierro, objetos de hierro…
Todos ellos estarán presentes en estas jornadas. El desarrollo humano y tecnológico, los avances científicos, el modelado, el arte, el ingenio, la perseverancia… en definitiva, la adaptación del mineral de hierro a las necesidades del ser humano ha dado como resultado un riquísimo patrimonio que pretenderemos que se vea reflejado en las JEP del 2015. La búsqueda de un objetivo común, el trabajo colectivo, dará como resultado una obra coral de homenaje al hierro. A través de las actividades, acciones, charlas, coloquios, conferencias, visitas… haremos un reconocimiento a este mineral que coadyuvó al desarrollo de este territorio y gracias al cual somos lo que somos.